martes, 29 de marzo de 2011

Las revistas de Tendencias en España

Como comentario a una clase que realizamos en la asignatura de Especialidad Cultura en Periodismo, me gustaría dedicar una de las entradas a las revistas de tendencias. He tratado de buscar revistas de tendencias japonesas, pero me ha sido imposible sin conocer el idioma y una historia de las publicaciones.

Así pues, podemos definir una revista de 'tendencias' cuando no se hace eco de los movimientos sociales-culturales que ya imperan o son presentes en la calle, sino que los inicia. Normalmente, estas revistas tienen un origen muy humilde, con escasez de recursos económicos para su puesta en marcha y una reticencia de las grandes marcas para publicitarse entre sus páginas. También cuentan con un diseño más artesanal (aunque ahora con las nuevas tecnologías algo ha cambiado) y podían tener un espíritu de denuncia palpable en las grafías, orientación de textos, colores y composición de fotografías. Esta clase de revistas han tenido mucho más agarre en los países anglosajones, pero en España el mercado todavía resiste.

Hoy, el diario El País ha publicado en su edición impresa y también en su edición digital un reportaje sobre el tema. A continuación, lo tenéis:
http://www.elpais.com/articulo/portada/revistas/tendencias/buscan/sitio/elpepisupep3/20090605elptenpor_4/Tes

lunes, 28 de marzo de 2011

El vino en Japón


Los aficionados al mundo del manga y el anime seguro que son capaces de recordar alguna escena en la que los personajes bebían sake e, incluso, se convertía en un elemento importante en el desarrollo de la trama. Incluso algún brindis con champagne he visto en viñetas o animación. En cuanto al vino, ni siquiera puedo calificarlo de elemento secundario o de 'atrezzo' . Haciendo un poco de memoria, he logrado encontrar la única escena (un fragmento de Paradise Kiss, de Ai Yazawa) en el que se veía claramente una botella de vino. Nipon o no ya es otra cosa.







Y ello se debe a que Japón es conocido principalmente como productor de Sake (bebida alcohólica hecha con arroz) y de buenos whiskies de malta laureado; hasta hace poco también era famoso por tener unos vinos francamente malos. Pero las tornas han cambiado, Japón ha empezado una producción vitícola propia e, incluso, a exportar sus vinos de buena calidad. Aunque los nipones prefieren los vinos de Kyoto, siendo el más conocido el vino de Tamba, hay todo un sector vitícola muy prometedor en el país del sol naciente.


Los productos están hechos con uvas 100% autóctonas. Quizás, uno de los mayores inconvenientes de Japón es la falta de tradición en este sector, aunque se espera emular los progresos de Nueva Zelanda y establecer sus credenciales enológicas. El as en la manga que tienen los nipones para alcanzar tal meta se encuentra en la prefactura de Yamanashi, donde se cultiva la viña desde hace unos mil años y consta de un modesto sector de la vid des de la segunda mitad del siglo XIX. En la región central se concentran cerca de 90 bodegas, que funcionan a la sombra del monte Fuji, productoras de vinos a partir de castas europeas como la chardonnay. Pero es la koshu, casta autóctona que llegó a Japón hace un milenio a través de Asia Central y China, la que hoy tiene grandes seguidores entre los aficionados al vino.

La remontada del sector de Yamanashi se remonta en 2004, cuando los científicos descubrieron que la casta koshu es Vitis vinifera en más del 90%, y por tanto es adecuada para producir vino de calidad. Para Ernest Singer, presidente de Millsimes (empresa de comercio de vinos de Tokio) este descubrimiento fue decisivo para una iniciativa que llevaba años esperando ser puesta en marcha: exportar a nivel mundial los vinos japoneses. Tras una entrada prometedora en el mercado de Estados Unidos en 2005, Singer convirtió esa uva, de color púrpura pálido, en vinos que cumplían los estrictos reglamentos de la UE (donde no se pueden vender vinos hechos con uvas no viníferas). En medio del ‘boom’ mundial de la cocina japonesa, se está presentando el koshu como el perfecto acompañamiento para los sabores sutiles y las texturas delicadas del sushi. “Japón tiene el potencial de convertirse en un importajnte productor de vinos”, dice Singer. “Tiene sentido que consiga un sector exportador viable si tenemos en cuenta de que, nada más que en Nueva York, hay varios cientos de restaurantes japoneses”.

El Shizen 2006 Cuvee Denis Dubourdieu de Millsimes se ha ganado muy buenas críticas desde que apareció en el menú de Umu, restaurante japones con una estrella Michelin emplazado en Londres, en febrero de 2008. Desde entonces Millsimes ha exportado 480 botellas a Inglaterra y otras 5.800 a Francia, el que seguramente es el público más difícil de contentar. Sin embargo, el vino seco y afrutado ( sólo 10% de alcohol) también ha gustado en Francia. Otro hueso duro de roer que se ha dejado hechizar por los vinos nipones ha sido el crítico norteamericano, Robert Parker, que lo describe como un vino “vivo, agradable y con clara vocación de ser un vino que se bebe alegremente con sushi o sashimi

Igual que los destiladores japoneses aprendieron a hacer un whisky de malta decente enviando a investigadores a las Highlands de Escocia, sus enólogos aprenden de sus colegas extranjeros, mucho mas expertos. “Mandando a técnicos a sitios como Francia y Estados Unidos hemos aprendido a hacer vinos secos que han sido muy bien recibidos" afirmó Hirotoshi Naito, del Gobierno regional de Yamanashi. “Lo único que podemos añadir es decir que Japón se toma el vino en serio y que las mejores marcas son de Yamanashi”.

Las primeras bodegas comerciales de Japón aparecieron en la era Meiji (1868-1912) dentro del esfuerzo por occidentalizar la agricultura. Hoy son más de 200 en una docena de regiones, de Hokkaido a Miyazaki.
“Como cualquier otro país vitícola, Japón tiene grandes vinos y otros horribles”, dice Kunio Kaito, director de Cave de Relax, una tienda de Tokio con 1.600 referencias, incluidas 200 japonesas. “Puedo prever un estallido de demanda de los restaurantes japoneses en ciudades grandes, pero recuerden que estamos partiendo de cero”

Para los expertos en vino o los sibaritas interesados en los vinos de Japón, a continuación tenéis un enlace con un listado de las marcas, años y regiones que se exportan:

Y para los interesados en conocer como funcionan nuestros vinos en el país asiático, el siguiente enlace les puede aportar una idea:


Personalmente, no he podido probar el vino nipon (ni siquiera conocía la existencia del sector), siempre he sido más de sake, aunque, vistas las buenas críticas, en mi próxima comida japonesa le concederé una oportunidad. ¡Espero que vosotros también os lo planteéis!

sábado, 26 de marzo de 2011

"¡Enséñale el alma de un otaku italiano!"

Es final de mes y Haruko tiene el dinero contado hasta cobrar su nómina. Sin embargo, le llega una alentadora noticia: Luca, uno de sus estudiantes, es dibujante de doujinshi (comic amateur basado en otros comics existentes y de éxito) y gana bastante dinero, pero la pega es que el japonés que aparece en sus viñetas no es el adecuado. Haruko se ofrece a ayudarlo a cambio de una parte del dinero que reciba. Pero Luca tiene un problema y es que está enamorado de Miki, una compañera de trabajo y quiere confesarle sus sentimientos; y hasta que no ponga en orden su vida amorosa se siente incapaz de seguir dibujando. Haruko se pone manos a la obra y le escribe una confesión, incluso, asiste al trabajo de Luca con Katori-sensei para ver como resulta. Lucca lee al pie de la letra el escrito, pero la chica lo rechaza y, para colmo, terminan despidiéndole. Lucca quiere irse de Japón (dejando, obviamente la escuela e impidiendo que Haruko pueda cumplir su promesa de lograr que se gradúen todos sus alumnos), pero Haruko logra convencerlo para que se confiese una vez más y de forma sincera. Luca habla con Miki, ella parece que va a volver a rechazarle, pero Luca vuelve a confesarle sus sentimientos en italiano, su idioma. Finalmente, Miki confiesa que le daba miedo salir con Luca por miedo a no entenderse, pues ella tiene un acento muy poco común. Pero el amor rompe las barreras y acaban saliendo juntos. Pero no es un final feliz para Haruko, pues ahora Luca está tan emocionado con su amor correspondido ¡que ya no tiene ganas de dibujar!



Elementos culturales del episodio 4: Luca

  • Doujinshi: se trata de unos comics hechos por fans basados, normalmente, en otros comics más conocidos. En TV3 se emitió una serie llamada Comic Party que trataba precisamente de esta temática, de cómo un joven pasaba todo el proceso hasta crear un doujinshi con éxito.
  • Akihabara: Se trata de un barrio de Tokyo conocido por estar repleta de tiendas que guardan relación con el mundo del manga y el anime. También se pueden encontrar gadgets relacionados con la informática, los videojuegos y la tecnología en general. Muchos actos en los que participan los dobladores de los animes (seiyus) se suceden aquí. Así pues, es un lugar conocido mundialmente por los otakus y geeks. 'Akiba' es una manera informal de llamar a la zona.
  • Maid café: Uno de los tipis de establecimientos que se pueden encontrar en Akihabara son los Maid Cafés, como en el que trabajan Luca y Miki. Se trata de establecimientos donde tomar algo con la particularidad que los camareros y camareras van vestidos como sirvientes. En algunos casos, se usan complementos como orejas de gato para completar el look.
  • Como curiosidad, Miki, la chica de la que Luca se enamora es una conocida idol llamada Eri Kamei. Fue integrande en un famoso grupo de chicas llamado Morning Musume, pero tuvo que abandonar la banda por una enfermedad cutánea.
  • Americana: Takasu-sensei le hace un comentario a Haruko diciendo que parece una chica americana. En japón se llama Yankee a aquellas personas que parecen delincuentes o gamberros.

viernes, 25 de marzo de 2011

Proyecto Tsunami

Aunque poco tiene que ver con la cultura japonesa, encontré hace un par de días una ilustración-tributo a la tragedia sucedida en el país del sol naciente.




Se trata de una iniciativa de artistas (amateurs) de nuestro país vecino, Francia. A continuación, los links del proyecto:

sábado, 19 de marzo de 2011

Japón y la cultura del desastre

Desde el 11 de Marzo los medios de comunicación han estado pendientes de la situación de Japón. Primero, nos asolaron las imágenes del tsunami que asoló la isla y luego la central de Frukishima nos ha mantenido en vilo. Pero no todas las noticias que se han dado a raíz de la terrible catástrofe han sido de la misma clase. El dia 16 de Marzo, La Vanguardia publicó un artículo en el que reflexionaba sobre la 'cultura del desastre' que han desarrollado los japoneses desde la segunda guerra mundial. A continuación, la noticia:


Japón y la cultura del desastre


La producción creativa del país asiático ha girado desde la II Guerra Mundial en torno al anuncio de la destrucción.


En Después del terremoto, que Haruki Murakami escribió inspirado por el terremoto de Kobe, el autor de Tokio blues sitúa, cinco días seguidos, frente a la televisión, a la mujer del protagonista del primer relato de este libro (que extrañamente, todavía no ha sido traducido entre nosotros). Cinco días frente al desastre, uno de los mayores sufridos por el Japón moderno... hasta el pasado viernes. Luego la misma mujer, tras volver de la catalepsia en la que se ha instalado esas jornadas de horror, recoge sus bártulos sin decir palabra y desaparece para no volver jamás.
Las imágenes de estos días hablan de un Tokio desierto. Con los habitantes de la ciudad más poblada del mundo refugiados en sus casas, sin ganas de pisar la calle, a la que salen tan sólo para hacerse con los escasos alimentos disponibles. Viven, cuentan las crónicas, con la mirada perdida frente a sus grandes pantallas (planas) de televisión, siguiendo el desastre que se multiplica. O navegando a toda velocidad por la red, buscando información...
Y así pasan los días, como en el relato de Murakami. Con el convencimiento de que ahora lo más importante es salvar vidas, como ha dicho el primer ministro Naoto Kan. Los japoneses son gente disciplinada, resistente, unidos en la cohesión social que proporciona la convivencia con el desastre. Pero la urbe empieza a intuirse a sí misma como el Neo-Tokio apocalíptico del relato de Akira, renacido de las cenizas del desastre ciberpunk.
Porque saben que su ciudad, su país entero, no volverá jamás a ser el mismo. Nada puede ser igual tras un terremoto que alcanzó la magnitud de 8,9, un tsunami aterrador, y el riesgo de explosión multiplicado en la dañada central nuclear de Fukushima.
Hollywood, que ha conjugado a lo largo del tiempo todas las formas de la destrucción, se aproxima al Armagedón que vive Japón en títulos como Terremoto (1974); La aventura del Poseidón (1972), por el tsunami, o El síndrome de China (1979), aquella aterradora película protagonizada por Jane Fonda y Jack Lemmon en la que se habla de un desastre nuclear muy parecido al que se está viviendo en Fukushima. Hasta llegar, hace dos años, a 2012, donde la destrucción era total. La propia cinematografía japonesa abordaba el aniquilamiento del Japón, a principios de los 70, en el filme El hundimiento del Japón, de Shiro Moriati, que introdujo el horror de una catástrofe natural, según nos recuerda Ángel Sala, el director del festival de Sitges, que estos días vive su propio tsunami personal (por A serbian film). Una idea apocalíptica recuperada –y mejorada– en el remake del mismo título que, ya en el 2006, realizó Shinji Iguchi. Otros filmes premonitorios han sido Terremoto 81 (1980), de Kenjhiro Omori; Apocalipsis (1999), realizada por Toshio Masuda en 1974, o Exterminio, de Kinji Fukasaku, también de 1980.
Así, rastreando en el manga, en el cine o en la literatura, vemos que la premonición del apocalipsis es esencial en la cultura popular japonesa. Pero siempre con un tono propio, intransferible, extremo. Desesperanzado. Así como la cultura de Hollywood, y por extensión, la cultura popular occidental, se basa en la búsqueda de la felicidad, incluso en medio del infortunio, la cultura japonesa gira –o ha girado hasta ahora– en torno al anuncio del desastre. Por lo menos desde el final de la II Guerra Mundial.
Si la creación cultural japonesa está condicionada en buena medida por el terror causado por las bombas atómicas —que además empujó al país a transitar, y a gran velocidad, hacia el capitalismo tecnológico—, el condicionamiento es aún más profundo en las formas culturales pop.
Desde el primer Godzilla de 1954, el monstruo bomba por antonomasia, hasta llegar a la última creación de Miyazaki, Ponyo en el acantilado (2008), donde en clave infantil se narra una fábula ecologista en mitad de un tsunami con imágenes de grandes barcos zarandeados.
En el animé (la forma animada del manga) el apocalipsis toma la forma de una ciudad o un país reconstruidos tras la hecatombe. pero abocados a otra destrucción, como en la citadaAkira (1988), de Kautsuhiro Otomo. O la forma de una reflexión genérica de corte nostálgico y antimoderno sobre los riesgos de la ciencia: el mismo Otomo dirigió diez años después de Akira la fantasía Spriggan (1998), sobre los buscadores del arca perdida (no la de la Alianza, sino la de Noé), ingenio que contiene un poder tal que otorgará el control del mundo a quien lo posea, siempre que sepa manejarlo; y eso significa destrucción asegurada.
La obsesión de Otomo por estigmatizar la ciencia llegó a su máxima expresión en Steamboy(2004), fantasía de retrociencia- ficción que se centra en la exposición universal de Londres de 1851, donde hay un invento revolucionario por el que empresarios y potencias coloniales pugnan: una potentísima máquina de vapor que cambiará el mundo (efectivamente: lo destruirá). Otros hitos del manga, desde los clásicos de Osamu Tezuka (creador en los años cincuenta de Astroboy) hasta las más contemporáneas fantasías de Ghost in the Shell, creación de Masamune Shirow, que versa sobre los peligros y cuestiones filosóficas que operan detrás de la combinación de inteligencia artificial e ingeniería cibergenética.
Durante los últimos 60 años el fantasma de la destrucción no abandona Japón, obligando al pueblo nipón a acomodar el Apocalipsis en un rincón del saber colectivo. O a verlo, como estos días, frente al televisor


http://www.lavanguardia.es/cultura/20110316/54128253168/japon-y-la-cultura-del-desastre.html

"Oye ¡tu! No me ignores"

Cuando pensamos en Japón, una de las palabras que nos viene en mente para describir a su sociedad y cultura es 'honor'. Marie, una señora de la alta sociedad francesa se maravilló de ese país precisamente por el honor y elegancia de sus gentes, en especial la de los mafiosos japoneses. De ese modo fue como Marie aprendió japonés: viendo películas de Yakuzas, incluso, aprendió a jugar un juego de cartas muy empleado por los mafiosos. En este nuevo episodio, Haruko debe hacer frente a una alumna fascinada con los Yakuza y escatar a Marie de las garras de la organización criminal.



Elementos culturales del episodio 3: Marie

  • Un elemento que ya apareció en el episodio 1 y que no comenté fue el de las 'cortinas' azules de los estableciminetos tradicionales de comida japonesa. Estas 'cortinas' tienen su origen en los carromatos de venda de comida ambulante, donde eran usadas a modo de servilleta. Contra más sucias estuvieran, más fama adquiría. Esta peculiar costumbre se instaló también en los locales fijos.
  • Haruko hace referencia a la forma de hablar de Marie, que es idéntica a la que emplean los gamberros o pandilleros. La imagen más estereotipada de los pandilleros, que se remonta a los años ochenta, es la de chicos jóvenes que visten con uniformes negros y tupé. Por su parte, las chicas se depilaban casi por completo las cejas como símbolo de rebeldía. Otro 'gran clásico' de entre los pandilleros era escribirse (o tatuarse) una frase en el brazo.
  • Shibuya-sensei lleva una espada de bambú para salvar a Marie y Ellen de los 'yakuza'. Se trata de una espada para practicar kendo, un deporte en el que el contacto físico con el adversario es mínimo y que exige, pues, gran precisión.
  • El Oden es un plato típico japones con muchas variantes. Se acostumbra a comer en invierno y es bastante económico. Vamos, como el cocido de toda la vida (pero nippon).
  • Las máquinas de Pachinko son unos juegos recreativos incomprensibles para la mayoría de los occidentales. Se trata de una especie de pinball. El jugador compra unas bolitas metálicas que, si caen en el luar adecuado de la máquina, le reportarán una bonificación. Los premios que se pueden conseguir son variados, pero también se pueden canjear por dinero. Como bien se dice en el episodio, apostar es ilegal, pero el Pachinko si que lo es.
  • De nuevo, vemos que Haruko y Marie enlazan sus dedos meñiques para hacer una promesa, eso ya lo expliqué.

lunes, 7 de marzo de 2011

Hachiko, el perro fiel

El día 8 de marzo, se cumplen 76 años de la muerte de Hachiko, un perro que conmovió a la sociedad japonesa y del que todavía hoy se recuerda su enternecedora historia:


A principios de la década de 1920, Eisaburo Ueno, un profesor del Departamento de Agricultura de la Universidad Imperial (actualmente la Universidad de Tokyo) compró un cachorro de la raza Akita para su hija. El perro tenía un problema en las patas delanteras, que eran ligeramente curvas, adoptando la forma del número ocho (hachi) en kanji [y por ello adoptó el nombre de Hachiko. Al cabo de poco tiempo, la hija de Ueno quedó embarazada y abandonó la casa para irse a vivir con su marido, dejando a Hachi con su padre porque se habían cogido mucho cariño.

El animal lo acompañaba todas las mañanas en su trayecto desde su casa en el tokyota barrio de Shibuya hasta la estación de metro y regresaba a la noche al mismo punto donde se habían despedido para estar con su amo de vuelta a casa. Hachiko y Ueno se hicieron muy populares entre los habitantes de la zona.


El 21 de mayo de 1925 Hachiko acompañó a su amo, como de costumbre, a la estación de Shibuya. El profesor Ueno no se encontraba demasiado bien y, estando en la universidad, le dio un ataque al corazón y falleció.  Cuando llevaron el cuerpo a la casa de Shibuya del profesor, (aquí reside la leyenda), se dice que Hachiko permaneció a su lado. Lo que sí que ocurrió fue que Hachiko fue enviado con unos parientes del profesor Ueno, pero se escapó reiteradas veces, regresando siempre a la casa del profesor. Finalmente, el perro se dio cuenta que aquel ya no era el hogar de su amo y lo fue a buscar a la estación de Shibuya.

Hachiko se pasó nueve años viviendo en la calle, esperando a su amo frente la estación de Shibuya, hasta su muerte en 8 de marzo de 1935. Su fallecimiento causó una gran conmoción en la sociedad nipone y odos los diarios hablaron del suceso en sus portadas.


La popularidad de Hachiko en Shibuya por su fidelidad le valió una estatua (pagada por los vecinos del barrio) que se erigió en Shibuya un año antes del fallecimiento del can. Durante la segunda guerra mundial la estatua fue fundida, pero se volvió a contratar en 1947 al hijo del escultor original para que realizara una réplica de la estatua de Hachiko.



De esta historia se han hecho varias adaptaciones cinematográficas, siendo la más conocida (o no tanto como sería deseable) la interpretada por Richard Gere "Siempre a tu lado, Hachiko" (2009). Aunque la historia está descontextualizada (una familia americana en estados unidos) se mantiene bastante fiel a la historia.



La historia de Hachiko también logró enternecer a los guionistas de la serie norteamericana Futurama quienes, de un modo muy especial, dedicaron un capítulo de la serie a Hachiko.

sábado, 5 de marzo de 2011

"Es como ver ganar a un caballo negro"

La vida como profesora de japonés en una escuela para extranjeros no sólo incluye dar clases, al menos, no en el centro en el que trabaja Haruko. Diana, una de sus alumnas, tiene problemas en su trabajo de media jornada en un restaurante familiar; la intervención de Haruko no hace más que empeorar las cosas y terminan despidiendo a Diana. La profesora carismática reconoce su error y trata de ayudar a Diana a recuperar su empleo. No obstante, el verdadero motivo del despido de Diana recae en las dificultades económicas por las que pasa el restaurante. Haruko -y toda la clase- hacen lo imposible para tirar adelante el negocio. Pero aunque ponen todo su empeño, no consiguen evitar que el restaurante quiebre y cierre sus puertas. Sin embargo, Diana encuentra otro trabajo y todos aprenden una nueva lección deljaponés que los japoneses desconocen.


Elementos culturales del episodio 2: Diana

  • En los restaurantes es de lo más normal que sus empleados utilicen uniformes. Sin embargo, tampoco es de extrañar que las chicas vistan igual que Diana. Incluso, hay establecimientos que se diferencian del resto de cafeterías por sus uniformes, me refiero a los Maid Café, donde chicas y chicos van vestidos como si fueran sirvientes.
  • El Enka (aquello a lo que Diana quiere dedicarse), para un occidental puede parecer música tradicional o folklorica japonesa, pero nada más lejos de la verdad. El Enka es un género musical, normalmente toma forma balada, que combina melodías occidentales con un estilo claramente japonés. Sus orígenes se remontan a principios del siglo XIX como una forma de activismo político con tintes de poesía japonesa.  Sin embargo, no es hasta los años 50's del siglo pasado cuando el Enka toma popularidad y transmuta en lo que conocemos hoy en día. 
  • El karaoke es una forma de ocio inventada en Japón. Hay muchos establecimientos con un gran repertorio de canciones en los que uno puede alquilar una pequeña sala y cantar. También se pueden comprar bebidas y comida. Cabe decir que me encantaría que se importara el mismo formato a España... ¡cantar en una sala abarrotada de extraños me intimida demasiado!
  • Haruko termina metiéndose con Katori-sensei diciéndole que a Shibuya-sensei le gusta el cosplay. ¿Y que es el cosplay? La palabra cosplay proviene de las palabras inglesas 'costume' y 'play'; bàsicamente se trata de disfrazarse. Lo más común es hacerlo de un personaje de un videjuego, un manga o un anime. Próximamente, ya trataré el tema más extensamente.